Los Boris

El sábado fui a ver “Si la cosa funciona”, la última película de Woody Allen. Entré en la sala con las luces apagadas y Larry David en la pantalla sin parar de hablar. Me senté y a mi izquierda una persona despotricaba contra mi por el retraso y farfullaba todo tipo de, me imagino, exabruptos. Por si no era suficiente, y mientras Larry seguía escupiendo verdades, una señora inoportunó otra vez a mi compañero de fila. Más exabruptos, esta vez aún más evidentes. Un acomodador con la linterna volvió a despertar al monstruo y luego llegó la calma hasta el final de la proyección. Me levanté antes de que encendieran las luces, evitando ver la cara del citado individuo. Cuando avanzaba por el hall del cine noté que me llamaban por detrás, me di la vuelta y allí estaba él, no para censurar mi actitud, sino para compartir conmigo lo que habíamos visto. Le conocía. Se me acercó y me dijo: “Woody ha vuelto”. Le sonreí y mientras asentía me di cuenta que sí, que Woody ha vuelto en forma y por eso los Boris Yellnikoff (Larry David en la película) del mundo estamos de enhorabuena. Mi amigo y yo lo celebramos poniendo a parir a todo lo que se mueve. Es lo que tiene la lucidez. Unos elegidos.

Un libro: “Como acabar de una vez por todas con la cultura”, de Woody Allen
Una película: “La tapadera”, de Martín Ritt
Una canción: “Satin Doll”, de Duke Ellington