miércoles, 20 de octubre de 2010

Al exilio


Ayer comentaba que algunas personas transmiten tanta seguridad y perfección que pueden llegar a cansar. Luego están los que cansan y dan grima sin esfuerzo aparente. Y el remate es cuando quieren ir de graciosos. Hoy he leído en el periódico unas declaraciones de Antonio Basagoiti, presidente del PP en Euskadi, sin desperdicio: “En mi despacho no tengo detector de metales y no sé con qué vendrá este hombre”. Se refiere al Embajador de Venezuela en España, con el que no había querido reunirse. “¡Qué cabrón! Qué gracejo tiene el condenado”, que diría Wyoming. Con el único fin de escandalizar a algunos de mis amigos suelo comentar que me gustaría que Euskadi consiguiera la independencia para exiliarme. Creo que no voy a llegar. Me voy antes.

3 comentarios:

  1. Pero no vengas a Madrid, que está lleno de cabrones con gracejo.

    ResponderEliminar
  2. Pero adónde vas a ir que menos te quieran? diría Desmon. Siempre huyendo Fugitivo. Así vamos a levantar a Euskadi, con todo lo que nos hace falta. Para empezar no hay país sin lineas aereas ni cerveza.

    ResponderEliminar