25 años

Hoy hace 25 años se inauguró el teatro en el que trabajo. No sé cuántos meses, días, horas y minutos son pero a mí se me ha hecho eterno. Desde el principio supe que me había equivocado, pero ese malestar se paliaba con aumentos de sueldo, hasta que alguien, la crisis, mandó parar. Era la época del despilfarro, cuando viajaba a festivales y ferias como si fuera El Juli, envidiado por todos y todas, incluso me decían "qué bien vivís los funcionarios" personas que ganaban dinero a espuertas gracias a la administración. Os lo prometo, porque lo viví. Ahora todo se ha normalizado. El sueldo da para vivir bien, pero con margen suficiente para quejarte sin ser insultado. Y de viajar, de casa a la oficina y viceversa. A lo que iba, pronto supe que nunca iba a ser una persona de provecho. Así lo conté en otra ocasión y creo que aun sirve en la actualidad: "Le comento a una amiga, desengañada con su trabajo en la administración, que yo en mi ya larga trayectoria en la empresa pública he visto cosas que nadie me creería. Uno de mis primeros encontronazos con la realidad lo tuve nada más empezar a trabajar, durante una rueda de prensa. No voy a dar nombres porque tampoco es cuestión de hacer sangre. Se presentaba una obra de teatro de un grupo de mujeres del municipio, la mayoría amas de casa. En la mesa, cuatro hombres y ninguna mujer. Un concejal presente en representación del ayuntamiento destacó el trabajo que realizan diariamente las mujeres, así, en general, y para ello puso un ejemplo incuestionable, él llevaba siempre las camisas bien planchadas gracias a su señora. No me lo invento, no tengo tanta imaginación. Otro de los que presidían la mesa aseguró que estaba feliz con la iniciativa que se presentaba porque "nos sale gratis". No he podido olvidarlo. Ahí ya supe lo que me esperaba, por lo que no tiene sentido que ahora me queje. Lo hice por dinero y eso se paga". Es el mercado, amigo...

"El cerebro es un órgano maravilloso. Comienza a trabajar nada más levantarnos y no deja de funcionar hasta entrar en la oficina". Robert Frost