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lunes, 11 de febrero de 2013

Quentin

 
Entiendo que a más de uno le pueda descolocar que un superdotado como Quentin Tarantino se haya decantado sin tapujos por el cine popular. Sin coartadas intelectuales, "Django desencadenado" es la última muestra de la capacidad innata de este cineasta único para convertir en divertimento de primera lo que en otras manos no pasaría de ser un disparate. Si es verdad que después de tres horas que se pasan como un suspiro, uno se pregunta si el bueno de Quentin quedará para la historia como un director que pudo aspirar a todo y se conformó con dejar obras imperfectas repletas de humor, interpretaciones superlativas, diálogos insuperables y momentos míticos. No sé si me explico.

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