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viernes, 31 de enero de 2014

Entretener


Entretenimiento es lo único que pido ya cuando voy a una sala de cine. Y cuando me lo dan, me vuelvo loco. Pero no nos engañemos, ir al cine se está volviendo un puto coñazo. Ya no se puede confiar en nadie. Ayer vi la última película de Scorsese, un cineasta con varias obras maestras -"Toro salvaje", "Taxi Driver", "¡Jo, qué noche!", "Uno de los nuestros", "Casino", "El rey de la comedia"...-, y es una mierda. "El lobo de Wall Street" es una mierda. Hay que decirlo, aunque duela. Tres horas para contar la historia menos interesante que uno se pueda imaginar. No paran de salir charlatanes que no dicen nada, entre ellos el protagonista, un personaje que no da ni para un corto de 5 minutos. Son Matthew Mc Conaughey -¡quién nos lo iba a decir!- y el gran Jonah Hill los únicos que aportan dignidad a una película poblada de tarados mentales, de los que solo sabemos, después de tres interminables horas, que son adictos a la cocaína y al sexo. Si los protagonistas son unos imbéciles sin  ningún interés, algunos secundarios son de vergüenza ajena. El banquero suizo, por ejemplo. Y Scorsese demuestra una incapacidad alarmante para dotar de fundamento al antagonista de Di Caprio, un miembro del FBI que no da ni para protagonizar un telefilm de los de Antena 3 de la tarde de los domingos. Por no hablar de la secuencia del yate, en plena tormenta, que nunca debió traspasar la sala de montaje. Una estafa en toda regla.

3 comentarios:

  1. A mi lado, dos viejecitas se tapaban los ojos escandalizadas ante las continuas orgías de los protagonistas. Al terminar, una le dijo a la otra: "hacía mucho que no venía al cine. Y no pienso volver". Haces "Toro salvaje", "Taxi Driver" y "Uno de los nuestros" y acabas escandalizando momias. En caída libre.

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  2. Por supuesto que la realización de Scorsese es apabullante. Y al principio te interesa lo que les ocurre a los personajes, hasta que te das cuenta que todo te resulta inverosímil. Scorsese no sabe mostrar el proceso de transformación de los protagonistas de insignificantes a grandes estafadores. Siempre están o follando o esnifando. No les ves hacer otra cosa. Y no les oyes decir nada que te haga pensar que estás ante unos magos del engaño. Pasé vergüenza cuando los empleados de Di Caprio le jalean al grito de "lobo, lobo...", mientras solo veía a un parraplas de quinta. Me callo...

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  3. He leído en varias críticas que "dura tres horas que se te pasan volando". Será a ti, cacho cabrón...

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