José Félix

Llega José Félix a la oficina hecho polvo. La falta de trabajo le ha generado un malestar que le ha provocado una crisis nerviosa con final en el hospital. Aunque parece recuperado, son patentes los síntomas de su desconcierto. Somnoliento, con la mirada ausente y sin la sonrisa que le acompaña haibtualmente. Le digo: "no te preocupes José, mientras esté yo aquí nunca te faltará trabajo". Me mira con desagrado, como diciendo "menudo payaso, parece que no se da cuenta que le quedan dos telediarios para ir al paro". Hace mueca de sonreir, no puede y se aleja.