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lunes, 10 de marzo de 2014

Generación perdida


"Oh Boy" no es ninguna obra maestra, pero sí es infinitamente más interesante que la mayoría de películas con pedigrí que se han estrenado en lo que va de año. Con reminiscencias de la nouvelle vague -Louis Malle y el jazz como un protagonista más-, del Scorsese menos divo -con homenaje a "Taxi Driver" incluido-, y de Woody Allen -la secuencia de la performance- Jan Ole Gerster nos cuenta las andanzas de un joven veinteañero que deambula por diferentes escenarios de Berlín  -en su versión menos turística- y que se dedica en exclusiva a ver pasar la vida mientras se ejercita en el noble arte de "pensar", lo que se conoce vulgarmente como vaguear. O sobre la dificultad de una generación por encontrar su lugar en el mundo, que queda mejor. Como el protagonista de la otra gran película europea que he visto este año, el Jep Gambardella de "La grande belleza", el Nico de "Oh Boy", un excelente Tom Schilling, es un espectador más de un mundo que le resulta ajeno. Como el triste Llewyn Davis de los Coen, pero con más humor, lo que tampoco es decir mucho, y sin guitarra. Y sin gato.  Imprescindible.
Os dejo con una opinión mucho más fiable que la mía: "Oh Boy, el vacío existencial de la vida urbanita".

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