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miércoles, 25 de octubre de 2017

La gente se pasa de simpática


El otro día me encontraba perdiendo el tiempo por El Corte Inglés cuando, de repente, avisté a una compañera de trabajo en la sección de zapatería. Su presencia produjo en mi tal inquietud que eché a correr de forma alocada, y muy ridícula, tropezándome con todo lo que se cruzaba en mi camino. No me importó perder la dignidad, mereció la pena. Pensaréis que mi compañera de trabajo es la típica persona antipática y es justo lo contrario. No es de esas maleducadas a las que le cuesta saludar, no, es de las que quiere charlar. Y yo ya no puedo. Igual es que la medicación ya no me hace efecto. La realidad es que la gente se pasa de simpática, da igual que les pongas cara de " a mi ni me mires", que no se dan por aludidos. Os cuento esta anécdota intrascendente para no hablar de Cataluña, un tema que a este paso solo va a interesar a Rajoy y Puigdemont, con sus estrategias de chichinabo. Un desenlace, ya.

"Para pedir perdón por todos los años que voté al PSOE tendría yo que dar la vuelta al mundo descalzo dos veces. Y aún así...". Leído en Twitter

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