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lunes, 30 de enero de 2012
No hay refugio
Es un peligro escribir sobre algunos temas. Sobre todo si las personas que uno frecuenta son malas, muy malas. He comprobado con cierta estupefacción que desde que comenté que no soy muy de niños hay amigos que me hablan constantemente de sus hijos o sobrinos. O de los hijos de sus amigos. A la primera oportunidad. Antes ya sabía donde estaba el peligro: en el trabajo. Allí acuden todos los días algunas madres, y más de un padre, dispuestas a contarte lo que el nene le ha comido el día anterior o la última trastada del Iker o Leire de turno. ¡Qué diver! Como precacución, decidí hace ya tiempo no preguntarles nada sobre sus criaturas. Ni la menor insinuación que les permita explayarse y sacar al alien que llevan dentro. Lo que nunca pensé es que la pesadilla se trasladaría a la calle, a los bares, a los museos... No hay refugio para el fugitivo.
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Nueva York puede ser la solución para El Fugitivo que no entiende inglés
ResponderEliminarHola, Fugitivo, ¿te he dicho que mi sobrina Olatz está malita con gripe y no ha podido ir a la ikastola?
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