No hace mucho os hablaba de Getxo y su elección como el municipio con mayor calidad de vida de la Comunidad Autónoma Vasca. En el listado aparecía también otra localidad donde he vivido, Arrigorriaga, considerada la tercera en el ranking. Ante estos resultados, es evidente que soy partidario de una mala calidad de vida. O regular, en todo caso. Puedo entender que los habitantes de Getxo se consideren afortunados al contar con tres playas, una atractiva oferta musical en verano y una armoniosa urbanización de su ciudad. Y puede que sea verdad, que si estás ya acabado, sin ninguna ilusión en esta vida, o tengas más de dos hijos o más de 70 años, creas que esa aparente tranquilidad sea el colmo del buen vivir. La realidad es que cansa tanta uniformidad, las casas de tres alturas máximo, la gente vestida siempre como si fuera a un bautizo, los precios desorbitados en los supermercados y tanto cutis perfecto deambulando por sus calles. Para entendernos, un borroka de Getxo es, además de surfero, como un pijo de otro municipio. Yo necesito un poco de mezcla para vivir, ver gente normal por las calles, rostros que transmitan problemas, inquietudes, curiosidad, personas de diversas procedencias, agitación... vida.
Tengo una foto de Muler con esos mismos pantalones verdes
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