"Qué no me entere yo que estás triste", me ha dicho el hombre que me entristece con sus historias, incluso con su sola presencia. "Para lo que quieras, ya sabes dónde estoy", ha añadido. Después, me he encontrado en el café con un amigo que me ha contado al borde del llanto lo bien que le va la vida. Desolador. Además, el viento me ha destrozado el paraguas, el segundo en lo que va de semana. Y todavía me falta mi ración diaria del hombre más aburrido del mundo. Ha dicho Donald Trump que no entiende por qué Estados Unidos tiene que aceptar inmigrantes procedentes de "países de mierda". No sé a qué viene tanta sutileza, la verdad.
"Hoy me he encontrado con un viejo conocido de este blog. Es un tipo peculiar. Me ha dicho que el domingo se va a ir a comer a un pueblo cerca de Mondragón porque ha descubierto por internet un restaurante que por 15 euros tiene un menú con nueve primeros, nueve segundos y ocho postres. Le he visto tan ilusionado que me ha dado pena y no le he dicho que tendrá que elegir uno de cada. Es mi buena acción del día. Quería compartirla con todos vosotros... si es que hay alguien al otro lado. Mañana más". Entrada publicada en este blog hace hoy dos años. La vida sigue igual...
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