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miércoles, 17 de enero de 2018

El mal payaso


Yo ya a las personas humanas, y a las inhumanas, solo les pido que no me molesten y que no me hagan pasar vergüenza. Les admito todo lo demás, excepto algunas cosas recogidas en el código penal. Igual lo que me produjo ayer Albert Boadella no fue vergüenza sino tristeza. Me refiero, como suponeis, a su intervención en la presentación de Tabarnia, un grupo surgido en Cataluña en oposición al relato independentista. Un cómico que no hace reír es una de las situaciones más insoportables que se pueden ver. Más o menos como la que suscita un payaso que tiene que reivindicar la figura del payaso después de pretender hacer gracia, como si el resto pensáramos que se trata de una profesión indigna. Vergüenza y tristeza. Y tedio infinito. Oponerse al discurso oficial, en Cataluña y en la China, es una posición respetable, incluso digna de agradecer. Ahora bien, ridiculizar a tus oponentes echándote en brazos del generoso manto protector de quienes son iguales pero con distintas banderas es, como poco, ruin, además de mezquino y unos cuantos improperios más. Siempre se puede elegir el camino correcto, aunque fuera del poder, el que sea, siempre hace más frío.

"Como alguien llore en mi entierro, no le volveré a saludar". Stan Laurel

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