El pasado viernes estuve en la inauguración de un bar en la calle Cortes de Bilbao de nombre Al"modo"bar, en un local que años atrás ocupaba un conocido lupanar. Allí me encontré con algunos seguidores de El Fugitivo que me tacharon de cobarde por abandonar de forma inesperada este diario. "Eres un montón de mierda", llegó a decir uno de los más exaltados. Otro de los lectores habituales le contestó que sí, que soy un montón de mierda, pero "es nuestro montón de mierda". Y aquí estoy, para contaros que la vida sigue, que la nueva normalidad tiene más cosas buenas de las que esperaba. Por ejemplo, hay menos gente en el interior de los bares y las mascarillas permiten pasar desapercibido y charlar con uno mismo sin que por ello te tachen de loco carioco. Un apunte, y sin que sirva de precedente, os echaba de menos. No se lo contéis a nadie...
En la foto de arriba, algunos integrantes del club de fans de El Fugitivo el día de autos. Gente con la mirada despierta, que cumple con la distancia de seguridad de centímetro y medio.
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