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miércoles, 25 de abril de 2012

El landismo


Hoy me he sentido como Alfredo Landa en una de aquellas películas del destape, con la diferencia, e inconveniente, de que en mi caso era yo el único que andaba ligero de ropa. La historia tiene tela. Todo comenzó el último jueves santo, el día del partido de la Europa League entre el Athletic y el Schalke. Nos juntamos un grupo de amigos para potear, comer y luego ir a San Mamés. Mientras tomábamos unos vinos se produjo el desencadenante de mi relato. Lugar, la Peña del Athletic del Casco Viejo. Allí tomé una de las decisiones que han marcado mi vida en el último mes: pedir un plato de aceitunas rellenas. Una acción en apariencia intrascendente, sino fuera porque una de las aceitunas estaba rellena de ¡hueso! Desenlace: un empaste hecho trizas, dolor, mucho dolor posterior y visita al odontólogo. Y nos trasladamos al día de ayer y cambiamos de escenario. Ahora la historia transcurre en la consulta de una dentista, enfrascada en la ardua tarea de reconstruir mi muela. En un momento determinado me dice: "cuidado, no te tragues la lima". Sí, la engullí sin sentir nada. Noto que tanto la dentista como la enfermera se ponen nerviosas y la primera decide llamar por teléfono a alguien. Vuelve y me dice que mañana, por hoy, vaya al médico de cabecera y que me hagan unas radiografías. "Si te encuentras antes mal", añadió, "vas a urgencias, puede que se te haya clavado en algún órgano". Yo no me enteraba de nada, colgado por la anestesia. Al terminar, me dió una lima igual, con final en punta, que la que me había tragado para que hoy se la enseñara al médico. Cuando salía por la puerta oí que me decían "es la primera vez que nos pasa". Esta mañana pido hora para mi médico de cabecera y me dicen que no tiene ningún hueco libre hasta el próximo jueves. Les cuento mi caso y me dan hora sin problema. El doctor me recibe malhumorado, no conmigo sino por la actitud de mi dentista, que, en su opinión, me tenía que haber mandado ayer a urgencias. Me hace un volante para que me hagan unas placas por vía urgente. Allí me voy yo con mi lima en el bolsillo. Llego y me recibe una enfermera rubia, de muy buen ver, y extremadamente simpática. Primero me dice que me quite la  chamarra, para terminar diciéndome "total, quédate en calzoncillos". Me desnudo en un cuartito y salgo a una habitación más grande. Cuento mi caso a la enfermera y, de repente, me encuentro medio en bolas, rodeado de cuatro mujeres muy vestidas, de edades diversas, opinando sobre lo que me había ocurrido. "A ver si miras mejor lo que te comes", ha dicho la mayor, mientras el resto aportaba lo primero que le pasaba por la cabeza. Al final, me he olvidado de que estaba en calzoncillos y solo nos ha faltado seguir la conversación en un bar. Hoy me he dado cuenta de que en cuanto pasas de los cincuenta, todo te la suda. Se me olvidaba, y sé que os preocupa: no, no llevaba los calcetines puestos.

9 comentarios:

  1. No es verdad, no puede ser.
    Cómo ha salido la lima?

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  2. joe como se pueden llegar a complizar las cosas...me han entrado ganas de llorar mientras meaba de risa!!!

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  3. Pues en vez de una película de Alfredo Landa, lo tuyo parece de Monty Python. Yo que tú me lo haría mirar, que te falta el canto de una uña para que alguien venga a por tu hígado, porque lo donaste una vez.

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  4. Gayumbo blanco de pata,camiseta de tirantes y calcetin negro,todo un dandy.Hay foto?

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  5. Ocurrió como lo he contado. Tengo imaginación pero no tanta. Y dudé si salir en calzoncillos y con calcetines. Al final opté por solo calzoncillos. Creo que acerté. El miércoles vuelvo a la consulta de la dentista. Os mantendré informados.

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  6. Pues a mí me recuerda más a dos tontos muy tontos...

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