Protestas

Mi entrada de ayer no tiene perdón de dios. Además de no conseguir ninguna polémica con mi frívolo comentario. Ridiculizar las protestas de los jóvenes que acampan en la Puerta del Sol, y en otras ciudades, me hace, como mínimo, merecedor de tarjeta amarilla. Ayer Vicente Verdú escribía que no ha encontrado ni una idea digna de tener en cuenta entre las reivindicaciones de la chavalería. Y que más da. Lo que cuenta es que hay una generación que ha dicho que ya vale de tanta patraña. Los políticos y el poder económico tienen que ser conscientes de que, como a los malos magos, se les nota el truco. Y el público ha empezado a silbar. Yo que ellos me ponía a darle vueltas al asunto antes de que el tema pase a mayores. “Cambiar para que todo siga igual”, que dijo aquél. Pedir más sustancia a lo que está pasando me parece pecar de optimista. Se ha hecho visible la impotencia de la gente. Que no es poco.