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jueves, 23 de enero de 2014

¡Viva la privacidad!

Y ahora, la de Scorsese. La misma milonga que con la película de los Coen. Para unos, una obra maestra y para otros, un despropósito. Y yo, a dictar sentencia. Demasiada responsabilidad. Lo voy a hacer porque insistís, pero creo que va a ser la última vez. Os tendréis que buscar otro gurú, alguien más joven y con las neuronas menos dañadas. Por cierto, el domingo me agaché a recoger una película que mi hija había tirado al suelo y todavía no he conseguido ponerme recto. Ayer fui al ambulatorio, a urgencias, y me pusieron una inyección para hacerme más soportable el camino hasta la normalidad. Imaginaros la escena: yo, con los pantalones por los tobillos, los calzoncillos por las rodillas y el culo en pompa. De repente, empieza a entrar gente que aquello parecía la Gran Vía. Ante semejante alboroto les comenté que ya puestos mandaran pasar también a la persona que estaba en la sala de espera. "Se llama Susana, y la conozco", les dije. Se rieron y continuaron con sus cosas. ¡Viva la privacidad!

2 comentarios:

  1. Podias haberte evitado todo eso del ambulatorio, poniendote en la zona dañada un paquete de lentejas, calentadas previamente en el microondas. Mano de santo.

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