"¿Eres muy benévolo con los independentistas catalanes?", me dice una amiga. Le contesto que razón no le falta, pero es que estamos ante una guerra tan desigual que me lleva a compadecerme de los débiles. Y luego está toda esa parafernalia españolista que me resulta insoportable. Además, no me sale ser malo con unos partidos que proclaman la República catalana y no tienen ningún plan al respecto para el día siguiente. Son de los míos, del batallón de los torpes. La levedad de los tiempos actuales, un viaje a ninguna parte retransmitido por la televisión y la redes sociales, una estrategia para desprestigiar y debilitar al adversario, extremar las posiciones y ver qué pasa. Si de todo ello sale un referéndum pactado, legal y vinculante, bienvenido sea. La semana pasada publiqué una frase del escritor alemán Heinrich Böll que resume muy bien lo sucedido: "Uno tiene que ir muy lejos, para saber hasta dónde se puede ir". En mi opinión, lo verdaderamente trascendental de lo que estamos viviendo es que ha servido para poner ante el espejo a la democracia española y a sus instituciones. No sé si me explico...
"Cuando se alza un poder ilegítimo, para legitimarlo basta reconocerclo". Anatole France
No hay comentarios:
Publicar un comentario