No ha empezado muy bien el 2009. A la muerte de Mikel Laboa hay que añadir la del actor y director Pepe Rubianes, una de las personas que más feliz me ha hecho. Ir a Barcelona incluía simpre un peregrinaje hasta las Ramblas, a la sala Capitol, donde Rubianes nos contaba siempre las mismas historias y las escuchábamos como si no las hubiéramos oido antes. Tenía el don de los más grandes y hoy Barcelona es menos atractiva. Recuerdo sus monólogos como no he olvidado a Darío Fo en el escenario del Teatro Ayala de Bilbao. Momentos inolvidables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario