La medicación

 

Me he venido arriba. Y es que una semana en San Sebastián anima a cualquiera. Durante mi estancia donostiarra decidí dejar la medicación. Cerca, eso sí, por si acaso. Bueno, me encontraba tan bien que me dije: tú puedes. Todo normal, hasta que el lunes, después de tres días en Bilbao, me subía por las paredes... Y es que el alien lo llevo dentro. Son muchos años tomando todos los días una pastilla que me ayude a levantarme... para tomar otro pastilla. Pero la decisión estaba tomada. Ayer, en compañía de Nagore, una mujer que tiene ese algo imprescindible para que ciertos tenderos te traten mejor, me dirigí a una herboristería para que me dieran algo que me ayudara a conseguir mi propósito. Le explico al de la tienda que tomo todos los días una pastilla para la cabeza y que quiero dejarlo. "Eso son miedos", me dice con cara de estar inventando la pólvora. Seguido coge una libreta y un bolígrafo y le veo que apunta: canela. Lo primero que pienso es que me va a recetar arroz con leche. No digo nada. Seguido escribe azafrán. Yo callado. Hace varios gestos con la cabeza, como reafirmándose en sus decisiones, y escribe una palabra que no consigo descifrar. "Curcuma", me dice ante mi evidente nerviosismo. "Como el curry", me suelta Nagore con una sonrisa de oreja a oreja, regocijándose de lo absurdo de la situación. Para rematar, el buen hombre se da la vuelta y me acerca un frasco de esos complejos que dan a los niños cuando están nerviosos y me dice que tome 25 gotas por la mañana y por la noche. Pues eso, que dejé una pasta, me fui con la canela, el curry, el azafrán y las gotas infantiles convencido de que es mejor no precipitarse a la hora de tomar ciertas decisiones. Eso sí, nos estuvimos riendo un buen rato...