Los gitanos

Os he hablado en varias ocasiones de que algunas de mis compañeras de trabajo son monotemáticas: los hijos. Cuando oigo que alguna habla de sus criaturas me doy el piro y me encierro en el despacho. De lo que nunca os he hablado es de la obsesión de un compañero con los gitanos. Es su tema y hoy ha podido explayarse. Primero, la agresión a la familia de la niña albanokosovar a la que expulsaron de Francia la semana pasada. Luego lo ha enlazado con la noticia aparecida en los medios sobre una niña de rasgos nórdicos que ha encontrado la policía en un poblado gitano de Atenas. "El único pueblo de verdad que existe es el gitano. Ni vascos, ni catalanes, ni pamplinas", me dice. Me mira, me ve receptivo y sigue: "Tienen un único discurso, es el mismo, da igual que sea para defenderse por robar un radiocasete en la calle Prim que para justificar que su hija es una niña rubita danesa que han encontrado en una redada en un poblado en Atenas". Está imparable: "La niña está muy contenta con sus hermanitos, dice el patriarca de la familia, se la suda que el adn diga que no tienen ningún parentesco". Mi compañero nota cierto cansancio en mi mirada e intenta reactivar su discurso: "¿Os habéis dado cuenta de que los gitanos no se suicidan?".