Bebedor social

El otro día reivindicaba la idiotez como uno de los requisitos para ser feliz. No me refería a tonto del culo, quería decir que si te dejas llevar por la corriente todo resulta más fácil. Lo comprobé este viernes, me eché a la calle y después de ver "Gorrión rojo", una extraña película de espías, con una contundente y deshinibida Jennifer Lawrence, me fui a tomar unos vinos, en vez de irme a casa triste y solo después de beber alguna cerveza sin alcohol. La realidad es que me fui a casa solo y mareado, pero durante unas horas la vida volvió a ser de colores. Ver la realidad distorsionada ayuda, la gente parece más inteligente, más guapa y ocurrente, y durante un tiempo dejas a un lado los problemas, te olvidas de quién eres y de tus circunstancias. Y como me gusta beber, tengo que aprender a ajustar la dosis, el día siguiente fue doloroso, no vaya a ser que mi vida sea un viaje continuo de la felicidad a la melancolía y viceversa. Ayer volví al cine y al acabar, nos juntamos los espectadores de tres salas diferentes, la salida se convirtió en lo más parecido a una manifestación de jubilados. Los cines son los nuevos hogares de la tercera edad y los taquilleros y el personal de sala se comportan como monitores de un centro de día. Fui a ver "En la sombra", la nueva película de Fatih Akin, un director que no piensa pasar desapercibido, dispuesto a recurrir a material de primera o de derribo para conseguir su objetivo. Un final demasiado pensado para buscar la polémica, impactante y ambiguo, y no digo más para no desentrañar el desenlace, no restan mérito al excelente pulso narrativo que demuestra Akin a lo largo de todo el metraje. Y luego está una omnipresente Diane Kruger, con una interpretación memorable, trabajo reconocido en Cannes con el premio a la mejor actriz. Kruger consigue un imposible, que te olvides de lo guapa que es y solo veas a una madre coraje dispuesta a todo por...

"Me gusta el licor. Su sabor y sus efectos. Y esa es la razón por la que nunca he de beber". Thomas Jackson