Ayer, primer día de la Aste Nagusia, volví a casa sobre la medianoche, cuando la mayoría de la gente no había pisado todavía el espacio festivo. Retorné como volvían los guerreros de antaño a sus casas después de tres meses en el campo de batalla. Magullado y preguntándome, qué gano yo con todo esto. No sé si me lo pasé bien. Me vienen imágenes gratificantes y otras muy dolorosas. Con la mirada perdida, rodeado de pegatinas reivindicativas de todo tipo, pulseras exóticas y pañuelos de fiestas, intento recordar en qué momento se torció lo que tenía que haber sido un buen día de fiestas de Bilbao.
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domingo, 19 de agosto de 2012
Aste Nagusia
Ayer, primer día de la Aste Nagusia, volví a casa sobre la medianoche, cuando la mayoría de la gente no había pisado todavía el espacio festivo. Retorné como volvían los guerreros de antaño a sus casas después de tres meses en el campo de batalla. Magullado y preguntándome, qué gano yo con todo esto. No sé si me lo pasé bien. Me vienen imágenes gratificantes y otras muy dolorosas. Con la mirada perdida, rodeado de pegatinas reivindicativas de todo tipo, pulseras exóticas y pañuelos de fiestas, intento recordar en qué momento se torció lo que tenía que haber sido un buen día de fiestas de Bilbao.
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Demasiado breve el rato...Circunstancias. Habrá que remediarlo.
ResponderEliminarBreve pero intenso... Habrá que remediarlo. Me quede con ganas de más...
ResponderEliminarCuidadito que la de hoy es una alineacion de dar miedo (y pena).
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