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lunes, 31 de agosto de 2015

Gora Marijaia!


Me imagino el infierno como una Aste Nagusia sin fin, una mezcla mareante de olores, ruidos y calor humano. A los que se les ocurrió este invento deberían entregarse y pedir perdón por el daño causado. Tienen el atenuante de que lo hicieron con buena intención, pero también el agravante de que a nadie se le ha ocurrido rectificar. Salgo de casa y lo primero que me encuentro es a un grupo de hombres sudorosos tocando los tambores con una furia como si quisieran comunicarse con sus familiares que viven a miles de kilómetros. Justo al lado, en un pequeño escenario, un grupo de mozalbetes de estética punk intenta con éxito ser los más ruidosos, mientras a diez metros unos chavales juegan al ajedrez al lado de unos altavoces donde retumba un clásico de Nino Bravo, Camilo Sexto o el himno del Athletic. En una txozna contigua se celebra una clase multitudinaria de aerobic donde -¡qué risas!- la monitora es un hombre disfrazado de mujer. Todo ello sin moverme 100 metros de mi portal. Y con ese olor intenso y penetrante de las fiestas populares.  Gora Marijaia!

3 comentarios:

  1. Bueno; en mi pueblo tendrías que esconderte de un toro de 600 kilos en lo alto de un remolque de ganado.

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    1. El buen garbanzo y el buen ladrón, de Fuentesauco son.

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  2. Ahhh, las fiestas. Son para gente txirene.

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