Un amigo en facebook muestra su perplejidad ante la crítica publicada en un diario vasco del montaje de "La gata sobre el tejado de zinc", representación que tuvo lugar en el Teatro Campos de Bilbao la semana pasada. No es que la opinión del crítico fuera diferente a la suya, que sí, es que el autor de la crítica ponía a pingar a una parte de los intérpretes, actores y actrices que nunca llegaron a pisar el escenario del citado teatro. Mi amigo, que es un bendito, cree que la confusión se debió a que en el reparto no estaban los mismos actores que en el estreno en Madrid y que el crítico se informaría por internet y no se dio cuenta de los cambios en el elenco. Puestos a imaginar, también puede haberse dado el caso de que ese día jugaba el Athletic, puedes poner la excusa que más te guste, y el crítico pensó que no se le había perdido nada en el teatro y que mirando alguna crítica anterior de la obra podría escribir la suya. Total, a nadie le importa. Esto último lo digo yo. El otro día me contaron una anécdota respecto a otro crítico, de cine en este caso y de Bilbao, que estaba en un bar hipster, así me lo describieron, y vio como un grupo de cincuentones con pinta de intelectuales le estaban poniendo a parir, alegando que no se entendían sus críticas. El crítico se acercó a sus críticos y, tras presentarse, les animó a que se compraran varios diccionarios. Cosas de críticos.
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