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martes, 6 de febrero de 2018
El costurero y la musa
He leído maravillas de "El hilo invisible" y también quien aun reconociendo la impecable factura de la película no consiguió entrar en ningún momento en el interior torturado de su protagonista. Masculino, por cierto, porque a nadie se le ocurriría hacer una película sobre una mujer tan petarda como el costurero que interpreta con su genio habitual Daniel Day-Lewis. Perdón, que no es un petardo, es que es un ser especial que sufre mucho haciendo vestidos para las señoras ociosas de la época y por su particular relación con las mujeres, desde su madre ausente pero muy presente en su vida, y en sus trajes; pasando por su hermana, enigmática Lesley Manville, menos lagarta, con ecos de "Rebeca", de lo que en un principio parece; y su musa y amante, una chica de procedencia modesta a la que intenta moldear en busca de esa perfección que solo está en su cabeza de macho controlador. Entre "Vértigo" y "Sospecha", reconozco que Paul Thomas Anderson ha conseguido algo que no logró con sus dos últimas películas, mantenerme despierto durante toda la proyección. Un dato, durante los tres primeros encuentros entre el protagonista y su hermana, el primero se refiere a ella, de forma harto cursi, como "mi granuja", una manera de sugerir la relación compleja que mantienen como si Anderson no confiara demasiado en la inteligencia del espectador. En ningún otro momento vuelve a referirse a ella de esa manera. No me extraña que luego cualquiera crea que puede escribir un guión. Un último apunte, me gustaría saber más de la protagonista femenina, interpretada con mucha elegancia por la para mi desconocida Vicky Krieps, quien surge en la historia de repente, una mujer sin pasado, para trastocar la vida del todopoderoso creador. Una película irregular y compleja, fría como un témpano pero también fascinante en varios momentos, protagonizada por un actor eterno.
"Entré en clases de teatro, y eso se convirtió en una vía de escape. Fue un chorro de luz en un mundo que parecía, en todos los demás aspectos, sombrío, oscuro y represivo. Tenía solo 12 años, no era una criatura muy analítica, así que no me lo cuestioné mucho. Solo recuerdo que pensé: ésta va a ser mi vida". Daniel Day-Lewis
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