Seguidores

jueves, 19 de abril de 2018

Los Maristas


Leo en el periódico que los Maristas de Bilbao han organizado unas jornadas de puertas abiertas durante este próximo fin de semana. De repente, me entra la curiosidad por conocer cómo será en la actualidad el colegio de la calle Iturribide. No sus instalaciones, sino las personas que lo conforman, los sucesores de los míticos Carioco, Bwana, Floro, DDT o Morroputa, los profesores de mi niñez y juventud. He hablado en otras ocasiones de ellos y es que hay historias y personas que son imposibles de olvidar. Me imagino que los Maristas actuales tendrán poco que ver con aquellos dinosaurios, hombres que parecían recién llegados de algún planeta lejano.  A lo largo de mi ya larga vida no he conocido a nadie parecido y eso que me he rodeado de lo mejor de cada casa. Recuerdo que hace tiempo escribí un texto sobre uno de esos profesores que me marcaron aquellos años de miedos y descubrimientos. Decía así: "El País Semanal publica mañana un reportaje sobre ese profesor especial que todos hemos tenido y que cambió nuestra percepción del mundo. Diferentes personalidades de la vida pública explican quién fue esa persona y la incidencia que tuvo en su vida posterior. En mi caso es difícil de encontrar un profesor determinante por dos motivos: no tuve suerte con ellos y fui un pésimo estudiante. Pero hasta en casos extremos como el mio aparece esa luz que ilumina el horizonte. Es evidente que mi lado absurdo tiene como base principal mi paso por los Hermanos Maristas. Entre ellos es difícil inclinarse por alguno en particular. Pero pienso que el Hermano Palencia ha tenido una incidencia especial en mi. Recuerdo una anécdota que explica algunos de mis comportamientos arbitrarios posteriores. Un día, en clase, veíamos como los compañeros de otras aulas salían a la hora y el Hermano Palencia no acababa. La situación incomodaba a mi compañero de pupitre, que hacía gestos ostensibles de malestar. El Palencia lo vió y le dijo... Aquí quiero hacer un inciso. Es imposible que a alguno de vosotros se os ocurra lo que pudo salir de su boca. Sería un milagro. Sigamos. Va el Palencia y le dice: "de qué te quejas. Tú llevas dos días sin traer calcetines y yo no te he dicho nada". Qué le dices. Yo solo sé que desde aquel día llevo calcetines todos los días del año. El hermano Palencia cambió mi concepción del mundo". 

"La parte más importante de la educación del hombre es aquella que él mismo se da". Walter Scott

No hay comentarios:

Publicar un comentario