Iba a escribir sobre "Basada en hechos reales", la nueva película de Roman Polanski, y de cómo un anciano de 85 años tiene los arrestos suficientes para sacar adelante una película, independientemente de su calidad. Y si añadimos que el viejo tiene el agravante de una vida llena de escándalos que hubieran acabado con la cordura de cualquier otra persona, me resulta un milagro. Con un montón de años menos, yo vivo encogido; bien, pero encogido y hoy me he levantado con dolores en partes del cuerpo que ni sabía que existían. A mi me cuesta una vida levantarme de la cama porque estamos a 5 de junio y llueve y el termómetro no pasa de los 15 grados, mientras Polanski seguro que está ya preparando su película número 26. Iba a hablar sobre ello, cuando me llega la noticia de la retirada de Mariano Rajoy de la vida pública. El estadista gallego ha dimitido de su cargo de presidente del Partido Popular. Ahora, nos enfrentamos al vacío que supone su desaparición y tendremos que aprender a vivir sin él, sin sus frases legendarias, esos trabalenguas que forman parte ya del acervo popular. Gracias a él, todos y todas nos sentimos más listos de lo que somos. Como despedida, una anécdota: "Estaba en el metro camino de casa y una chica de unos cuarenta años sentada a mi lado hablaba por teléfono con una amiga, una tal Luisa, a la que intentaba convencer de que era la persona idónea para un trabajo que le habían ofrecido. Luisa no las tenía todas consigo y mi compañera de asiento insistía. Lo hacía sin levantar la voz, tranquilamente, hasta que las negativa reiteradas de su interlocutora le hicieron perder los nervios y gritar, "¡cómo no vas a ser tú capaz de hacer ese trabajo, sí Mariano Rajoy es presidente del gobierno!"". Eterna gratitud...
"Haré todo lo que pueda y un poco más de lo que pueda si es que eso es posible, y haré todo lo posible e incluso lo imposible si también lo imposible es posible". Mariano Rajoy
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