Si hoy, por ejemplo, me obligaran a ir al cine volvería a ver "Blue Jasmine". Lo que quiero decir es que independientemente de gustos, de filias y fobias, la de Woody Allen es la propuesta más atractiva de la cartelera. Ayer me encontré con una amiga que venía de ver la película y me comentó que estaba de acuerdo con Carlos Boyero. ""Blue Jasmine" no parece de Woody Allen", sentenció. Lo que no me parece que sea ningún problema. Podríamos darle la vuelta a las palabras de mi amiga y pensar que Allen, a punto de cumplir 78 años, es capaz de reinventarse y presentar la película de cine indie más personal e inclasificable de este año. Y no tengo ninguna duda de que la Jasmine que interpreta con genio y valentía Cate Blanchett forma parte, con letras mayúsculas, de lo mejor del universo femenino de Allen, un selecto club presidido por las inmensas Diane Keaton, Gena Rowlands y Mia Farrow.
"No quiero alcanzar la inmortalidad mediante mi trabajo, sino simplemente no muriendo".
Cualquiera que se ponga a hacer cosas con ganas tiene abierta la puerta a todo el abanico de posibilidades -aciertos, medianidad y 'truños'-. Habría que pasar por la agenda y el día a día de Allen para saber por qué hace un determinado tipo de película. Yo creo que tiene, casi en exclusiva, la opción de escoger la película a realizar como el resto pensamos si vamos a cenar comida oriental o castiza.
ResponderEliminarLo mismo pienso que hace a la hora de escoger las actrices. Ni un jeque árabe. Tiene ese don, el jodido. Incluso de hacer cosas más que infames como Vicky Cristina Barcelona (parece el chiste del catalán poniendo un anuncio-esquela por palabras) con la gritona y oscarizada Pé, a la altura de la película, y ahí seguimos. A Woody le perdonamos todo porque nos ha dado grandes momentos, quizás porque es uno de los nuestros.