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martes, 29 de diciembre de 2009

3D


Llegar a trabajar un 29 de diciembre, a las 8 de la mañana, con 20 grados y viento sur, es una experiencia muy desagradable. Sí añadimos que ayer estuve viendo “Avatar”, en 3D, en un centro comercial, el tema se agrava. Tengo la cabeza como un bombo. Sobre la película: el espectáculo debe continuar y Cameron sabe como llenar las salas. Eso sí, conmigo que no cuenten. Acabé de las gafas 3D hasta el moño. Dos horas y media con dos gafas puestas no lo resiste ni el guerrero-protagonista de la película. Lo que más me impresionó fue el silencio del público durante toda la proyección. A la salida, tres treintañeros muy bien arreglados flipaban con la historia. “Cómo se le habrá ocurrido”, comentaban. Evidentemente no habían visto una película de aventuras o bélica en su vida. Porque si por algo no destaca “Avatar” es por la originalidad de la historia. El mérito de Cameron es hacernos creer que estamos viendo algo nuevo contándonos lo de siempre. Y está claro que lo consigue. Sólo por mantener mudos durante dos horas y media a trescientos espectadores de centro comercial se merece mi respeto. Algo sólo al alcance de los elegidos.

Un libro: "La ciencia ficción, un agujero negro en el cine de género", de Casilda de Miguel
Una película: "La selva esmeralda", de John Boorman
Una canción: "Be Italian", de Fergie

3 comentarios:

  1. Eres tonto! La edad no te ha enseñado nada, eh?

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  2. Es cine de palomitas, Félix. Todas las historias donde el mundo resulta coherente y se completa a sí mismo a lo largo de dos horas ya las hemos visto.

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