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lunes, 20 de junio de 2011

Imprescindible


En mi trabajo me respetan. Me refiero a mis compañeros. Les parece normal que tenga más vacaciones que el resto o que cobre más que ellos. Y siempre se muestran comprensivos ante mi cansancio o mis quejas. Y si me levanto de la silla, cierro la puerta del despacho y apago la luz y me despido antes de tiempo con un “hasta mañana”, ellos me reconfortan con un “ánimo” y un “cuídate”.  Saben que soy imprescindible. Tengo un puesto clave para que reine la armonía en la oficina. ¿Jefe de recursos humanos? No, soy el que aguanta las chapas del jefe. Soy su confesor. Cuando falto, el nerviosismo se apodera de mis compañeros. No saben quién puede ser la víctima. El otro día fui al médico. Uno de los administrativos me envió el siguiente mensaje: “Cuando faltes, envía un sustituto. Es muy fuerte”. Le había tocado. Me tendré que clonar.

2 comentarios:

  1. Félix, Eugenio, qué foto, qué maravilla, qué envidia. Qué morriña bilbaína me despierta esa estampa vuestra (...y la mesa es... ¡de madera!)
    Un fuerte abrazo
    Javi

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