Un sábado con Marilyn

El sábado tenía pensado acudir a la manifestación contra los recortes convocada en Bilbao. No fue posible. Mi lamentable estado, motivado por la desproporcionada ingesta de alcohol del día anterior, me lo impidió. Opté por un plan más relajado, ir al cine a ver “Mi semana con Marilyn”, una comedia divertida y ligera sobre el rodaje de “El príncipe y la corista”, película dirigida e interpretada en 1957 por Sir Laurence Olivier y coprotagonizada por Marilyn Monroe, en la época en la que la actriz estaba casada con Arthur Miller. La historia está basada en el libro “El príncipe, la corista y yo”, escrito por un ayudante del director, un joven de 23 años que vivió durante el rodaje una aventura particular con la protagonista de “Con faldas y a lo loco”. Un pequeño chasco para mi, que acudí pensando que la historia giraba en torno a la tumultuosa relación entre el actor y director más respetado de la escena europea de aquella época y la actriz más famosa de la historia del cine. Dos formas antagónicas de entender la profesión de actor. Y las dos buenas. Otra desilusión fue no poder ver la película en versión original, sobre todo cuando la protagonizan gente como Kenneth Branagh y Judi Dench. A esta alturas os preguntaréis qué quiero decir. “Mi semana con Marilyn” está pensada para un público mayoritariamente femenino –el que acude habitualmente a las salas- por lo que necesitaban una protagonista que resultara cercana al espectador potencial de la película. Michelle Williams es perfecta para interpretar a una chica vulnerable, superada por la vida. Te lo crees. El único inconveniente es que esa mujer delicada es también la más carnal que ha dado el cine. Y no cuela. Para entendernos, es como si un biopic de Francisco Franco lo interpretara George Clooney. Salí pensando en lo que hubiera sido la película si el papel protagonista lo hubiera interpretado una actriz llamada Marilyn Monroe. En fin.