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lunes, 23 de abril de 2012

Beber


A pesar de lo que escribí ayer, tengo muy claro que se puede salir a la calle y no beber. De hecho es lo que hago casi a diario. El problema viene de que la abstinencia sea una obligación y es entonces cuando me entran unas ganas locas de beber. Por ello siempre me han parecido absurdas todas las prohibiciones. Me imagino en la época de la ley seca, las calles llenas de hombres y mujeres dispuestos a beberse hasta el agua de los floreros. Con las drogas ilegales pasa lo mismo. Están prohibidas y hasta el más tonto puede acceder a ellas. Mejor harían en legalizarlas y dejarse de intermediarios. Así lo único que se consigue es encarecer el producto. Por no hablar de la calidad. Digo yo.

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