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sábado, 23 de junio de 2012

Galiardo


Al enterarme de la muerte de Juan Luis Galiardo me he acordado de dos anécdotas que guardo de él. La primera tuvo lugar en el Teatro Lara de Madrid durante la representación de una obra, de la que no recuerdo el título, en la que Galiardo estaba acompañado por Carmen Elías. Era domingo por la tarde y el patio de butacas estaba lleno de gente mayor. Muy mayor. En plena función, a la señora que tenía delante le empezó a sonar el móvil, una y otra vez, ante la desesperación de su marido, mientras el resto de espectadores comprobábamos atónitos que la señora no sabía apagarlo y los actores permanecían parados a la espera de que alguien pusiera punto final a semejante disparate. Eran los primeros años de la telefonía móvil. Al final, el matrimonio optó por irse de la sala y Galiardo  y Elías por continuar. Un año después, el actor, en esta ocasión acompañado por Carmen Conesa, representó la misma obra en el Social Antzokia de Basauri. Nunca olvidaré su entrada al hall del teatro, con un abrigo hasta los tobillos, interpretando como nadie al personaje Galiardo en que se había convertido. Los allí presentes discutimos si debajo del abrigo iba en calzoncillos o en pijama. Ayer se murió un actor irrepetible, un guaperas que supo reinventarse hasta hacerse imprescindible. Miro alrededor y solo encuentro a Sancho Gracia. La vida sigue.

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