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jueves, 19 de marzo de 2015

Puro vicio


La mayoría de las críticas que he leído de "Puro vicio", de Paul Thomas Anderson, son muy elogiosas. Hablan de obra maestra, de un trozo de la historia de Estados Unidos, una época convulsa -los años 60-70- en pleno apogeo de la cultura hippie. Aparece un detective privado, a medio camino entre Philip Marlowe y El Nota de "El gran Lebowsky, un tipo que está fumado desde que se levanta hasta que se acuesta, si es que lo hace en algún momento. Acompañan al personaje que interpreta el intenso Joaquin Phoenix una fauna muy particular, a cual más excéntrico y estrambótico. El mayor inconveniente de "Puro vicio" es que los personajes son simples caricaturas, incluido el protagonista, sin el mínimo interés, por lo que al cuarto de hora te desentiendes de sus andanzas y te preguntas por qué no has ido a ver "Negociador", una película que solo pretende entretener y que consigue elevarse hasta convertirse en un documento vivo, y nada complaciente, de nuestra historia cercana. Estás avisado.

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