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miércoles, 10 de febrero de 2016

Locura


Hace un tiempo escribí que el problema de Madrid tiene que estar en el agua, contaminada por algún loco tipo Fu Manchú que pretende que el mundo se vaya al garete. El escándalo con los titiriteros, o el anterior con los trajes de los reyes magos en la última cabagalta, solo se entiende porque ha ocurrido en Madrid. Es impensable una crispación semejante en otro lugar. Por eso no debe extrañarnos que el espectáculo de títeres que ha provocado allí un cataclismo político  se estrenara sin ninguna repercusión en Granada, una ciudad por cierto gobernada por el PP. Fuera de Madrid, los hechos intrascendentes como los citados no generan ningún escándalo y  menos aún controversia política. Para entendernos, Madrid es el infierno. Desde fuera, lo que allí ocurre lo vemos, y lo vivimos, como una pesadilla absurda protagonizada por algunos de los villanos más detestables que uno pueda imaginarse. Hombres y mujeres diabólicos que han hecho de la mentira y la difamación un modo de vida con el único objetivo de perpetuar unos privilegios heredados del pasada más oscuro. Después de darle algunas vueltas, creo que el problema de Madrid no está en el agua. El problema es que Franco murió en la cama. Y eso se paga.

Quinto día de prisión incondicional y sin fianza para dos personas por representar una obra de teatro. En 2016. En España. Vergúenza infinita.

1 comentario:

  1. He visto a Manuela Carmena y a su responsable de Cultura bañándose con azufre.

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