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jueves, 26 de enero de 2017

El perro gimnasta


Como ya escribí en otra ocasión, si por la mañana dedico un texto al noble arte de pasear 
por la ciudad, por la noche me encuentro con un capítulo entero al respecto en el libro "New York, New York...", de Javier Reverte. Pues me ha vuelto a pasar y en dos ocasiones más. Y seguidas. Por la mañana me hablaron de floristerías, incluso de montar una, y por la noche me encuentro en el citado libro un capítulo dedicado a las floristerías, que según Reverte se encuentran por todas partes, en cualquier calle de Nueva York, la mayoría haciendo esquina, como las prostitutas en el pasado. Hay más floristerías que bares y templos religiosos, los otros dos hits de la ciudad.  "¿Has leído a T.S. Eliot?", me preguntó por la tarde una amiga. Y claro, por la noche, en "New York, New York...", allí estaba el dramaturgo y poeta de protagonista: que si Eliot por aquí, que si Eliot por allá. Es todo muy raro. Como una situación que viví también ayer por la tarde, en los cines de la Alhóndiga, ciclo Mankiewicz versus Mankiewicz. Antes de empezar la película, "Ellos y Ellas", dos señoras muy mayores no paraban de reír mientras en el móvil de una de ellas veían videos al parecer, por su respuesta entusiasta, muy cómicos. Las dos desinhibidas ancianas veían los videos con el volumen del aparato al máximo. Cuando empezaba a desesperarme, una de ellas le dijo a la otra: "pon otra vez el del perro gimnasta, que me río mucho". Me ganaron. 

"Bendito sea el hombre que no teniendo nada que decir, se abstiene de demostrárnoslo con sus palabras". Thomas Stearns Eliot

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