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miércoles, 1 de marzo de 2017

La gala


No había visto la gala de los Oscars hasta ayer. Un resumen, por supuesto, que tampoco tengo mucho tiempo que perder. El presentador, del que desconocía hasta su existencia, me pareció un excelente comunicador, sobrio, elegante y sin pasarse de chistoso en ningún momento. No había ido a lucirse, sino a hacer bien su trabajo, lo que siempre es de agradecer. A la gala le salvó el lío final, de lo contrario hubiera resultado la más anodina que recuerdo. Muchas ínfulas para tan poco glamour, si exceptuamos a Emma Stone, entre los que recibían, y a Charlize Theron, entre los que daban. El final se convirtió en un homenaje al camarote de los hermanos Marx y al absurdo más extremo. Daba pena, y algo de vergüenza, ver a Warren Beatty bordando el papel de señor mayor gagá, y grima el productor calvorota de "La La Land", el tipo que le arrebató de forma grosera el sobre a toda una leyenda de Hollywood. Parecía la venganza de los hombres vulgares a la figura paradigmática del éxito y la seducción en el cine y en la vida. "Siempre pagan justo los pecadores", que dijo alguien sin querer en un día inspirado. 

"Puede que sea él quien lo haga, yo me limito a estar tumbada". Joan Collins, al ser preguntada si era verdad que hacía el amor con Warren Beatty siete veces al día.

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