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viernes, 28 de abril de 2017
Silencio, por favor
De lunes a viernes, cojo el metro como mínimo en dos ocasiones al día, de casa al trabajo y vuelta. Cuando llego a la estación, lo primero que hago es mirar si hay algún conocido. En caso afirmativo, procuro situarme lo más lejos posible de esa persona. No sé qué ocurre últimamente, pero han sido varios los días que he tenido que compartir asiento con conocidos, lo que me ha llevado a tener que mantener conversaciones estúpidas durante los 10 minutos eternos que dura el viaje. Estoy perdiendo reflejos o la gente cada vez se esconde mejor para no ser detectada. El caso es que esta mañana, huyendo de una de esas personas, casi me caigo a las vías y, además de hacer el ridículo delante de todos los que allí se encontraban, he tenido que compartir asiento con lo persona de la que pretendía huir. Lo he comentado en el bar donde tomo el café antes de ir a trabajar y uno de los asiduos, otro elemento de cuidado, me ha dicho que él vivía enfrente de una estación y cuando iba a la universidad, y tenía que coger el tren todos los días, se asomaba antes a la ventana y con unos catalejos miraba si en la estación había algún peligro en forma de conocido. Le he contestado que su remedio no me vale, que yo también vivo enfrente de una estación pero está soterrada. De todas formas, reconforta saber que no estoy solo, que hay gente que todavía valora el silencio.
"Soy tan partidario de la disciplina del silencio que podría hablar horas enteras sobre ella". George Bernard Shaw
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Pareceís piratas con anto catalejo...
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