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jueves, 25 de mayo de 2017

Retorno al pasado


Han pasado 31 años, pero recuerdo perfectamente dónde, cuándo y con quién ví "Terciopelo azul", la película de David Lynch. No he olvidado la conmoción que me produjeron sus imágenes y tampoco que la volví a ver al día siguiente, sentado en la segunda fila, sin compañía, en el Izaro, uno de aquellos cines de verdad que todavía existían en Bilbao. Una fascinación semejante a la que experimenté cuatro años después con "Twin Peaks", la serie que convirtió a Lynch en el gurú de la modernidad de aquellos años. Ahora, con el estreno de nuevos capítulos he tenido la tentación de volver al pasado, de recuperar aquellas imágenes y sensaciones de antaño. No me he atrevido, he pensado que mejor no remover y enfrentarme a lo nuevo con la mente abierta a lo que Lynch me pueda deparar en la actualidad. Quiero ser ese espectador-detective del que con frecuencia habla el director estadounidense: "Me gustaría que la gente fuera al cine como si fueran detectives, sin miedo a utilizar su intuición para sacar sus propias conclusiones. Sentir lo que hay más allá, transportarse a los lugares donde uno no puede llegar con la lógica. Uno debe abandonarse, fiarse de su intuición, hacer caminar por la misma vía el intelecto y las emociones, lograr que ambos se interrelacionen. Nos fiamos muy poco de nuestras intuiciones, pero sabemos mucho más de lo que admitimos. Y lo que más me sorprende es cuánto puedes hacer con una historia sin dejar de respetar las reglas". "Twin Peaks 2017", un retorno al pasado que me servirá para comprobar si además de la juventud he perdido también la inocencia por el camino.

"Me interesa saber que se esconde tras las limpias fachadas, tras los visillos de las casas, explorar los recovecos tortuosos de la existencia. Soy como un detective que destapa lo que los demás ocultan. Y es que este mundo de hoy no es un lugar tan maravilloso como dicen. No es el sueño más brillante". David Lynch

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