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martes, 9 de abril de 2019
Anécdotas
Decíamos ayer...
Esta mañana, en la estación del metro de San Nicolás, una chica con una maleta soportaba la chapa de un tipo peculiar, demasiado extrovertido y con un punto de locura en su mirada. He pensado que con suerte era extranjera y no le entendía. Estaba equivocado. "Canaria, dices. Que guapas sois las canarias, todas las que he conocido. Y son muchas, que yo he vivido en Ibiza", le ha dicho el tipo particular a la chavala de la maleta. Una anécdota, sin más.
Como si la dificultad del idioma no fuera suficiente, en mi clase de francés huele a tigre. Me da que a tigresa. Ayer lo pasé fatal. Hablar en francés, sin saber el idioma, y sin respirar, las dos cosas a la vez, es muy complicado. Un rato, aguantas, pero 135 minutos son muchos minutos. Es verdad que al de una hora te acostumbras. ¿Y si a la tigresa se le cae la goma y se tiene que levantar a recogerla? Ese corto desplazamiento sirve para que la pesadilla vuelva a empezar. Miro a mi compañera de la izquierda y se ríe y hace un gesto como preguntándome "¿ahora lo acabas de descubrir?". Y sí, a punto de acabar el curso y ni me había dado cuenta. Será que me implico demasiado en el aprendizaje del francés y me abstraigo de todo lo demás. O igual que hace calor y lo que era un susurro se ha convertido en un alarido. Lo segundo parece más creíble. Y el martes, de vuelta a clase. Necesito algún consejo, por favor.
De vuelta en casa es hora de hacer balance. Sin duda, el viaje a Copenhague se puede calificar de muy positivo. Se cumplieron los objetivos. En breve, Bilbao se llenará de nórdicos ansiosos por saber si lo que han vivido estos días ha sido real o una pesadilla. Sí, amigos y amigas, nos han conocido como somos, sin caretas, y nos han recibido con los brazos abiertos. Tenemos las fotos que demuestran que hemos hecho los deberes. Hay varias frases que constatan la coherencia y solidez del grupo. Desde "mira, dos hombres besándose", pronunciada durante la fiesta para captar turismo gay, hasta la mítica "¿habrá también normales?", referida, por supuesto, a si en la fiestas habrá heterosexuales. Cómo podéis comprobar, el nivel del grupo ha sido muy alto. Altísimo, diría yo. Otro ejemplo: instalados ya en Copenhague, en una terracita, vimos pasar a un grupo de tíos macizos, unos guaperas. Uno del grupo dijo sin temblarle la voz: "mirad, ésos son a los que llaman osos". En ese momento supe que el viaje iba a ser un éxito. Muy fuerte.
"Que seas un paranoico no quiere decir que no te persigan". Kurt Cobain
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