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miércoles, 20 de julio de 2011

Después de la tempestad...


Siempre me pasa, después de la tempestad no llega la calma. He pasado una semana difícil y el mismo desenlace que de costumbre: borrachera. Decidí que no hay mejor remedio para la tristeza que comer en un buen restaurante y beber unos tragos bien preparados. Por fin pude comprobar porque La Viña, una taberna de la calle Henao, tiene tan buena fama. Sin tonterías: ensalada de tomate, anchoas albardadas, pulpo, morros y callos, chipirones, bonito,...Todo rico. A Teddy, el más experto en temas gastronómicos de los que me acompañaban, se le veía disfrutar y sólo puso alguna objeción al precio del bonito. Muy recomendable. Imprescindible reservar porque La Viña solo cuenta con 6 mesas, situadas junto a la barra. Al salir, nos dirigimos a La Gallina Ciega a beber un gin-tonic como solo Jon sabe preparar en Bilbao. Al respecto me acuerdo siempre de una frase de Lubistch: “hay mil maneras de colocar una cámara...pero sólo hay una”. Con el gin-tonic de La Gallina me sucede igual. Como el bar estaba cerrado tuvimos que hacer tiempo y cumplimos con otra de nuestras tradiciones cuando quedamos a comer: palmera de chocolate en Arrese. Volvimos a La Gallina y...¡por qué no me iría a casa!

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