“Vacaciones de ferragosto” fue una sorpresa. Pocos sabían de la existencia de Gianni Di Gregorio, un sesentón romano capaz de insuflar vida a unos personajes a los que, en apariencia, no les pasaba nada digno de reseñar. Ayer vi su segunda película, “Gianni y sus mujeres”, y parece evidente que Di Gregorio ha venido para quedarse. Teniendo muy presentes a los grandes nombres de la comedia popular italiana, consigue que su microcosmos –la casa familiar, el barrio romano de Trastevere, su madre y sus amigas, y el resto de entrañables personajes que conforman esta deliciosa película- forme parte ya de mi memoria cinéfila. Espero que siga encontrando a algún loco que le financie futuras películas y que me permita seguir conociendo las peripecias de un personaje con quien tengo tantas similitudes. Por cierto, “Gianni y sus mujeres” habla de esa edad en lo que los hombres empiezan a hacerse invisibles para las mujeres. Como la vida misma.
me recuerda a Sancho Gracia en más delgado y más italiano. Y por su madre no pasan los años, está idéntica!
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