Seguidores

domingo, 17 de junio de 2012

No hay refugio para el fugitivo


Esta mañana he dado una vuelta, con mi suegra y su hija, por el Puerto Viejo. Lo que tiene de bueno para mi de vivir en Getxo no son sus playas, lo que me gusta es que es difícil que me encuentre con un conocido. Lo que no quita que haya que estar siempre alerta, ya que puedes ir al Polo Norte y seguro que te encuentras a alguno de Basauri. En Getxo hay varios, pero controlados. Con el buen tiempo las posibilidades de coincidir con alguien se multiplican y hay que agudizar la vista y el oido. Volvamos a esta mañana, cuando me encontraba sentado en una terraza de la plaza del Puerto Viejo, degustando unas rabas con una cerveza fría. Tranquilidad, chavalas guapas, mocetones surferos, todo transcurría según lo previsto. De repente, la paz se avapora. Un hombre de mediana edad, con pantalones cortos de cuadros, naúticos y niki rojo se hace hueco entre la chavalería. Sí, Adolfo vestido de Emilio Botín me buscaba con tal ansia que no me veía pese a tenerme a un palmo de distancia. Casi me atraganto con una raba. Y no estaba solo,  le acompañaban dos señoras de edad con pinta de guiris. He utilizado la variante astuta -mirar hacia otro lado como si no pasara nada- pero no ha dado resultado. Mañana os cuento que hacía Fito fuera de su habitat natural. Y quiénes eran sus enigmáticas acompañantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario