Durante años, el Festival de Donosti ha significado para mi un soplo de aire fresco justo antes de la llegada del implacable otoño. No conozco mejor forma de despedir el verano, lejos de la rutina de Bilbao. Digo que "ha significado" y no "que significa" porque ya no es lo mismo. Durante la semana del festival, sobre todo el fin de semana, Donosti se convierte en una extensión de algunas calles del botxo. Por el Bulevar o la plaza de la Constitución estarán sueltos muchos de los que estaban la semana pasada por la plaza Nueva o la calle Santamaría. Sí, claro que hay más gente, pero tengo la suerte de no conocerles. El Zinemaldia ya no es un paréntesis en mi vida rutinaria, sino una prolongación de la misma. Añoro aquellos años en los que solo coincidía con El Aventurero, Elena y Toño. Ya en aquella época me parecían una multitud. Los Bilbasores: The Film.
Gente majísima, seguro.
ResponderEliminarClaro que son majísimos. Solo faltaba.
EliminarLa gente se apunta a lo que sea con tal de ir de chufla. El resto del año no irán al cine ni por equivocación. Me imagino que te refieres a esos cuarentones que se apuntan a un bombardeo, en vez de estar en casa cuidando a sus hijos. O al gato.
ResponderEliminarSon más de gato que de hijos. Les encanta los acontecimientos multitudinarios, como el BBK Live. ¿A qué persona de más de 30 años se le ocurre ir de noche a una campa? ¡Qué tienes 40 años, por dios!
EliminarSiempre ha ido mucha gente. Si es verdad que ahora va todo cristo. Los nuevos tiempos...
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