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viernes, 2 de junio de 2017

La fama cuesta

Leo en la prensa que el actor Lluís Homar ha escrito un libro de memorias y en uno de los capítulos del mismo cuenta su complicada relación laboral con Pedro Almodóvar. Parece ser, por lo que he leído, que la relación fue tan intensa que el actor se tuvo que dopar para poder sobrevivir a la ansiedad de aquellos días de "Los abrazos rotos". "Un infierno", según El Mundo. Lo cuentan como algo excepcional, como diciendo que menudo pájaro está hecho el director manchego. Yo llevo 20 años dopándome para poder ir a trabajar y en lo que va de año, tres compañeros de oficina, de cinco, han estado de baja por ansiedad. Y supongo que nuestro caso no tendrá mucho de inusual y que será una constante en el panorama laboral. Y nosotros jugamos en tercera división, por lo que no es difícil imaginar la presión a la que se ven sometidos los que se mueven en la élite de cualquier disciplina. Recuerdo un caso similar pero al revés que me contó un amigo sobre la relación conflictiva de un joven Alfonso Cuarón con Robert de Niro durante el rodaje de "Grandes esperanzas" (1998). Las manías y los caprichos del protagonista de "Taxi driver" eran constantes y el director mexicano sudaba sangre cada vez que se acercaba la hora de rodar con él. Pero Cuarón sabía que era el precio que tenía que pagar para estar allí y que no le quedaba otra que tragar. Ya lo dijo alguien que sabía de estas cosas: "Buscáis la fama, pero la fama cuesta, pues aquí es donde váis a empezar a pagar: con sudor". Y lágrimas.

"En un momento me sentí acosada por la ansiedad. Pero me deshice del miedo estudiando el cielo, determinando cuándo saldría la luna y dónde aparecería el sol por la mañana". Louise Bourgeois

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