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martes, 20 de febrero de 2018

Fiesta con sorpresas


Ayer vi "The party", la nueva película de Sally Potter. También podía haber escrito que ayer ví "The party", el ajuste de cuentas de Sally Potter con sus amigos, el retrato de un fracaso, el de una burguesía ilustrada, una izquierda incapaz  de ver más allá de su ombligo. Como en "Perfectos desconocidos", varias parejas, y un tipo por libre, se reúnen a cenar en casa de la nueva ministra de Sanidad del Reino Unido para celebrar su nombramiento. Y como en la película de Alex de la Iglesia, la idílica premisa termina en un enredo de dimensiones cósmicas, un sindios en el que salen a relucir todas las miserias, los sueños incumplidos y el fracaso de una generación que pensó que iba a cambiar el mundo. Sally Potter se reúne de un grupo de actores y actrices superdotados, los encierra en un microcosmos claustrofóbico, y nos habla, en unos vibrantes y muy divertidos 70 minutos, de la sanidad pública, de la medicina alternativa, de la religión, del feminismo, de la verdad y de la mentira, del miedo al compromiso, del desencanto político y del capitalismo salvaje, una mirada desprejuiciada y ácida del presente británico. Una fotografía excepcional en blanco y negro, una banda sonora insuperable, clave en el devenir de la historia, y un giro final inesperado, convierten a "The party" en esa pequeña joya que cada cierto tiempo se asoma a la cartelera. Aunque no sirva para nada, es bueno que de vez en cuando alguien nos saque los colores.

"Era consciente, sobre todo, de que teníamos que recapacitar sobre lo que pasa cuando la gente pierde sus principios, sobre lo mal que pueden ir las cosas cuando pasa esto... Las cosas pueden ir fatal". Sally Potter

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