Seguidores

lunes, 13 de noviembre de 2017

Chiquito


Si algún día tengo que contarle a un cassette, en plan Woody Allen en "Manhattan", por qué cosas merece la pena vivir, seguro que en esa lista estaría Chiquito de la Calzada. Recuerdo tres anécdotas en mi vida en las que está presente el humorista malagueño. Un 28 de diciembre de hace algo más de 20 años estuve a punto de verle actuar en directo en el Teatro Barakaldo. La cita era a las 8 de la tarde y no apareció. "Está grabando un especial de nochevieja para Antena 3 y se ha retrasado por lo que la actuación será dentro de 2 horas", nos comentaron en la puerta del teatro. Recuerdo que no paraba de llover y que cuando volvimos a las 10 de la noche nos confirmaron que Chiquito no actuaría. Era capaz de hacer reír como nunca antes habíamos visto, pero no de estar en dos sitios a la vez al mismo tiempo. No se lo tuve en cuenta y es que alguien que las ha pasado canutas durante la mayor parte de su existencia puede tomarse ciertas licencias cuando la vida le empieza a sonreír. En otra ocasión, con motivo del estreno de su primera película, "Condemor, el pecador de la tradera", mi amigo Miguel Ortiz organizó una convocatoria pública para asistir al primer pase de la película en el Cine Consulado de Bilbao. Allí nos juntamos un grupo numeroso de seguidores incondicionales de su humor absurdo e inclasificable. Lo recuerdo como uno de los días más divertidos de mi ya larga vida. Por último, nunca olvidaré un viaje con Adolfo de Bilbao a Donosti a ver el estreno de "Balada triste de trompeta", de Alex de la Iglesia, guiados por un gps con la voz de Chiquito: "Cuidador, salidita 5, después de la rotondar...". Mi vida fue más divertida gracias a él. Un grande.

"¿El humor? No sé lo que es el humor. En realidad cualquier cosa graciosa, por ejemplo, una tragedia. Da igual". Buster Keaton

1 comentario:

  1. Se le hace un homenaje en la tira cómica de Rober Garay en la Casa de la Cultura de Ibaigane.

    ResponderEliminar